viernes, mayo 16, 2008

Las verdades duelen, enfrentarse a ellas puede ser casi traumático pero más aún si son nuestras verdades. Secretos personales o confidenciales, muchos de ellos realidades que lo único que provocan son escándalo social hacia e público pero de puertas para adentro algo tan normal y sin importancia como tomarse un vaso de agua.

Activar el sensor que desplegará los medios de cientos de reacciones, cientos de alfileres que se clavan en ese punto de dentro donde sentimos la culpa, el ahogo, la desesperación.

Es inimaginable el cúmulo de reacciones internas que podemos sentir ante una verdad. Consciencia de que así pero el irrefutable deseo de hacerla desaparecer a la vez. Una verdad muchas veces nos puede transportar más allá que un recuerdo, porque al fin y al cabo los recuerdo se transforman, se moldean y nos agradan pero una verdad... Una verdad es un duro y macizo bloque de granito al cual se le debe dedicar horas para su moldeación.

Y sí, es así, una simple frase, una simple verdad puede cambiar nuestros esquemas... Pero solo plantándoles cara y aceptando la verdad uno mismo se consigue eliminar esa sensación.

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