viernes, diciembre 05, 2008

El orgullo de ser farmacéutico hoy se alza, un año más celebramos el seguir aquí y el seguir aquí en potencia. Atravesamos una etapa de transito, ya no solo en la educación donde una vez más reluce la disciplina que nos ha caracterizado de un modo propio, sino también en las modernizaciones de las leyes que nos rigen... A veces para mejor y a veces para peor. Son muchos los ideales y los pensamientos pero sin notarlo evolucionamos... Cambiamos.


ODA A LA FARMACIA
Qué color a bosque tiene la farmacia!
De cada raíz salió la esencia a perfumarla paz del boticario,
se machacaron sales que producen prodigiosos ungüentos,
a seca solfatara molió, molió, molió el azufre en su molino
y aquí está junto con la resina del copal fabuloso:
todo se hizo cápsula, polvo, partícula impalpable, preservador principio.
El mortero machacó diminutos asteriscos, aromas, pétalos de bismuto, esponjas secas, cales.

En el fondo de su farmacia vive el alquimista antiguo,
sus anteojos encima de una multiplicada nariz,
su prestigio en los frascos, rodeado por nombres misteriosos:
la nuez vómica, el álcali, el sulfato, la goma de las islas,
el almizcle, el ruibarbo, la infernal belladona y el arcangelical bicarbonato.
Luego la vitaminas invadieron con sus abecedarios sabios anaqueles.
De la tierra, del humus, de los hongos, brotaron los bastones de la penicilina.
De cada víscera fallecida volaron como abejas las hormonas y ocuparon su sitio en la farmacia.

A medida que en el laboratorio combatiendo la muerte avanza la bandera de la vida,
se registra un movimiento en el aroma de la vieja farmacia:
los lentos bálsamos del pasado dejan sitio a la instantánea caja de inyecciones
y concentra una cápsula la nueva velocidad en la carrera del hombre con la muerte.

Farmacia, qué sagrado olor a bosque y a conocimiento sale de tus estanterías,
qué diversa profundidad de aromas y regiones:
la miel de una madera, el purísimo polvo de una rosa o el luto de un veneno.
Todo en tu ámbito claro, en tu universidad de frascos y cajones, espera
la hora de la batalla en nuestro cuerpo.

Farmacia, iglesia de los desesperados, con un pequeño dios en cada píldora:
a menudo eres demasiado cara, el precio de un remedio cierra tus claras puertas
y los pobres con la boca apretada vuelven al cuarto oscuro del enfermo,
que llegue un día gratis de farmacia, que no sigas vendiendo la esperanza,
y que sean victorias de la vida, de toda vida humana contra la poderosa muerte,
tus victorias. Y así serán mejores tus laureles,
serán más olorosos los sulfatos, más azul el azul de metileno y más dulce la paz de la quinina.

Texto: Pablo Neruda.


Leia Mais…