miércoles, julio 11, 2007

Como el preso que termina de cumplir la condena, como el duro trabajador que termina su jornada recibo mi carta de libertad. El juego de máscaras rotas ha terminado; el asesino, la criada y el fontanero pueden continuar, quizás como padre de familia, ama de casa o simple vividor de la vida… Pueden continuar.

Recorro los pasillos admirando una a una las fotos que cubren sus paredes, los recuerdos acuden a mi mente y una disimulada sonrisa se dibuja en mi boca. Me siento y prescindo del maquillaje, llevo el mejor: el mío propio, yo. Un último vistazo atrás, todo se recoge, todo se organiza… Prosigo y ahí está, sonrío, sonrío libremente, desahogadamente… De fondo se escucha la melodía, es hora de comenzar.

Abajo el telón, fuera las luces, llave y al bolsillo; la función ha de comenzar, la mejor y mayor de las representaciones… La vida a todo color

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Una tarde muy bonita, las palabras son tan cálidas como lo puede ser el rozar de una mano y las tuyas no son menos.

Que malo es sentirse obligado a ser o a actuar de una manera distinta a la que se desea pero joven (de cuerpo, que de mente ya demuestras madurez con tus palabras) no será la última vez aunque intuyo que eso ya lo sabrás, es difícil llevar plenamente las riendas de la vida... En muchas ocasiones desearás soltarlas e ir a pie pero refugiate en eso, en los recuerdos, que ellos te ayudarán a proseguir y no hay nada mejor que sonreir y cubrir las grietas de esas máscaras.

Krist dijo...

ALEJO: Muchas gracias por tus palabras, cierto es que las palabras muchas veces nos consuelan como una caricia e incluso más pero no son suficientes, son necesarios los hechos, las acciones. De igual modo gracias por los elogios y el consejo.